lunes, 21 de abril de 2008

La oposición frágil

Parece que, por fin, los caballos de Troya que el PSOE tiene en el PP, han logrado su objetivo, dividir al PP. Piqué, Nebrera, Lasalle, Gallardón, sobre todo este último, etc, etc, han ido poniendo palillos en las ruedas hasta conseguir que, perdidas las últimas elecciones, el partido se vaya desintegrando.
Nunca ha sido la derecha un bloque monolítico, ni siquiera en época de Franco. La izquierda, en cambio, con todas sus variantes, sabe superar sus desavenencias para combatir a su enemigo, la derecha.
A la izquierda actual no le hace falta ideología; con unas cuantas consignas y cuatro obviedades ya tiene en el saco a unos millones de votantes. Entre ellos, algunos de buena fe (¡ilusos!), otros irreductibles y fanáticos, y otros que siguen la pauta de votar al más simpático y sonriente, que suele ser de izquierdas.
En cambio, la derecha necesita unidad, ideas claras (y coherentes), fuerza y un puntito de trastienda para no caer en las contínuas añagazas que la izquierda –maestros de la propaganda- le va poniendo. Y justo eso que le hace falta, es lo que la derecha de ahora no tiene. Aznar consiguió la unidad y la fuerza, pero en algunos temas no fue coherente y, desde luego, pecó de ingenuidad.
Rajoy ha dado un giro de 180 grados en su estrategia política y de oposición. De momento, quiere un partido en el que quepan todos….pero quiere echar a Esperanza Aguirre. También dice querer seguir una línea moderada, o sea, sumisa; con lo cual, ZP podrá colocar en su cuarto de baño otra alfombrilla. Por otra parte, al perder a varios medios anteriormente afines -El Mundo, COPE, Libertad Digital-, le va a ser difícil transmitir y amplificar su mensaje; todo lo contrario que ZP, que cuenta con casi todas las televisiones, infinidad de periódicos y tres o más cadenas de radio a sus órdenes y sin fisuras.
Lo que Rajoy debería decir claramente a sus posibles votantes es si lo que quiere es ganarle a ZP, o ganarle a Pedro Jota, Losantos y Aguirre. Los que le votaron (la mayoría, al menos) lo hicieron porque se suponía que defendía una política y para echar a ZP, no para hacerle el juego al presidente del Gobierno.
Y, sobre todo, Rajoy debe saber que entre el original y la copia, por el mismo precio, la gente elige el original.